Claro que todo está escrito, y no con un lápiz o un teclado en papel o pantalla. Está escrito en cada átomo de la naturaleza mineral, vegetal y animal. No hay nada que hagamos, incluso destruir, que no esté regido por una ley que determina hasta mis pestañeos mientras escribo. Todo está escrito en el ADN, físico y sutil, que activa la evolución de cada ser viviente y también de cada piedra, cada gota de agua y cada paso de viento por el planeta.
Es algo tremendamente lógico y sencillo pero que está oculto bajo las metáforas deslumbrantes del ego humano, y que, dirigidos por grupos oportunistas, nos mantenemos atascados en un socavón sin fondo de deseo por un poder y un placer permanentes que no somos capaces de darnos. Condenamos, nuestra existencia, entonces, a un círculo vicioso insatisfactorio y pobre a pesar de las riquezas que se puedan acumular. Y es que hay leyes impresas en nuestra desconocida esencia que se pasaron a llevar y nos dejaron inválidos, deprimidos e incapaces de conseguir una felicidad medianamente sustentable, incluidos los poderosos.
En algún punto de nuestra evolución nos separamos tanto, transgredimos tantas leyes de la naturaleza, que nuestro egoísmo se sintió confortantemente fuerte y se alejó de ella y su equilibrio amoroso, nos alejamos los unos de los otros, nos desconectamos para buscar nuestro placer propio como pequeñitos y estúpidos seres capaces de deleitarnos más con el dolor del prójimo que con su placer.
No sé cuánto más tendremos que deteriorarnos y dolernos para que afinemos nuestros sentidos y nuestro corazón y darnos cuenta de que necesitamos vivir como un solo ser y un solo corazón para que nuestro placer sea pleno, sea verdadero. Porque para eso existimos, para vivir en placer y plenitud ¿para qué otra cosa puede ser?
Eso es lo que está escrito en cada átomo de la naturaleza.
Mariana Thamar Vega
Mariana Thamar Vega
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