sábado, 2 de abril de 2011

Que esto cambie, Señor..

                                                            

Todos queremos que este mundo cambie. Estamos como el niño que mira la lluvia por la ventana esperando ansioso a que escampe para poder salir a jugar. Así esperamos ver el amanecer de la humanidad: ese día en que las conciencias se elevarán al compás de una sinfonía maravillosa con efectos cinemascope entre coros celestiales de serafines y todos nos amaremos por siempre jamás.  Los más pesimistas esperan una cabalgata apocalíptica de seres intra y/o extra terrestres que nos eliminarán o cuando menos, nos harán esclavos, si es que la tierra no nos devolvió la mano con terremotos, maremotos, erupciones volcánicas y cataclismos varios haciéndonos desesperar al grito de ¡sálvese quién pueda! Porque si de algo estamos claros, es que no podemos esperar de los gobiernos ni prevención ni cura... cada uno que se las arregle como pueda.
Esperamos, entonces, que del cielo físico o divino nos arreglen la papeleta, o si no, el Armagedón. Porque, lo que es nosotros, no nos planteamos ni remotamente ese esperado cambio ya que hasta la movida interior que nos permita avizorar siquiera una realidad se pide mejor a través de ruegos en iglesias, sinagogas, mezquitas y otros templos... o al universo. Y la cosa no va por ahí, está claro que nadie nos puede hacer buenos, ricos, sanos, felices, amados y amantes con un toque de varita mágica y un dibidibadibidú. Mientras tanto, nos vamos haciendo enemigos unos de otros, nos vamos debilitando y escondiendo de nuestros propios vecinos porque el miedo y la desconfianza va creando laberintos de muros confusos. Nos vamos haciendo más egoístas y eso, sólo lo podemos resolver nosotros mismos. No nos va a hacer altruistas un rezo o una velita, sino que nuestro propio afán. No hay quién escuche desde fuera en todo el universo, a pesar de que está totalmente a nuestra disposición.
El ruego no hay que mandarlo muy lejos: es a cada uno de nosotros a quienes hay que demandar el cambio.

Mariana Thamar Vega

1 comentario:

  1. buenisimo, tienes toda la razón, depende de cada uno de nosotros los movimientos que hagamos y el afán, como bien dices! enhorabuena.

    ResponderEliminar