lunes, 25 de julio de 2011

Del cabreo al rompimiento


Entre las cosas que he aprendido en este ancho y pintoresco mundo, es que todo lo que existe tiene un proceso tras un plan -un pensamiento- y claro está, con un fin involucrado. Desde la creación misma del mundo hasta una empanada de queso pasa por esto con sus correspondientes etapas y objetivo.
A cada ser humano nos pensaron, nos parieron y nos echaron a andar tras lo que la cabalá llama la meta de la creación. Quién no se pregunte, en toda su vida, para qué vivimos, ni siquiera ha vegetado, sino que se ha manifestado, más bien, como un ser inanimado, o sea, con el ego de una roca: recibe lo que le echen y sólo existe e intenta pasar lo más piola posible. Ése, estoy segura no tiene nada que ver con el plan de la creación. En realidad no tiene nada que ver con el placer que tiene que ser vivir. Porque lo que está claro, es que todo está hecho en la naturaleza -nosotros los primeros- para disfrutar placer sin fin, e indudablemente, estamos dotados de un ego suficientemente sólido y útil como para conseguir ese placer.
Pero la humanidad no ha manejado el ego ni con sabiduría ni amor, al contrario, ha sido una lucha egoica infernal por lo que vivimos en un mundo enfermo de sufrimientos y miseria de ricos y pobres. Más dura la miseria de los pobres, por supuesto. Hay varios grados de mierda que atraviesan cuerpo y mente humanas. A algunos les llega a los pies, a otros a las rodillas, y la gran mayoría ya flota haciendo nata por encima, porque fueron superados por la viscosa y fétida materia.
Y para no seguir la fea, pero no tan ajena imagen, me vuelvo al tema de usar el ego para algo útil como es buscarse la felicidad permanente, que es, no me cabe duda, para lo que estamos en esta bola azul tan re linda. Y mucho más allá.
Creo que ya casi todos tenemos claro que el mundo, su realidad plena y verdadera, no puede ser este mal chiste que llamamos vida. No puede ser que la vida sea algo tan bizarro, tan desarmónico, tan brutal. Una vida dentro de un sistema que desde sus inicios ha sido dirigida por mentes de un egoísmo criminal que no ha respetado ni respeta la vida. Ningún tipo de vida.
¿Qué podemos hacer?
Nadie ha tenido la varita mágica para resolver esto y pronto. Y está claro que nadie en toda la historia de la humanidad lo ha resuelto; entonces, como nadie me resuelve la papeleta, tengo que resolverlo desde mi, obvio. Y creo que lo primero que tengo que hacer, echándole huevos a la cosa, es reconocer que YO tengo que cambiar. No estoy contento con esto, no soy feliz, a decir verdad, estoy cabreado, ¿para esto vine? ¿a quién se le ocurrió traerme a este feo mundo? ¿quién es ese Creador absurdo que me pone en este circo? ¿tanto me odia? En fin, todo se nos puede permitir en un momento así, y entonces ROMPO, que es lo básico, lo único, que empezará a hacerme cambiar, usando todo lo que tengo a mi disposición, especialmente mi ego, que irá aprendiendo de a poco, que mi bienestar depende del de los demás, que si tú estás bien, yo estoy bien, entonces, no tengo más remedio que preocuparme del bien para ti. No es tan difícil eso, es fácil y lo increíble, es que en la medida que yo cambio, tú cambias, ellos cambian. Y nuestro ego, pasará de negativo a positivo. La Cabalá habla de estas cosas, que son más lógicas y científicas de lo que nadie se imagina.
Ni religión, ni esoterismo, ni mística ni pamplinas. Es el cambio del ego. El cambio de recibir placer para si mismo, a recibir placer para otorgar.
Como Dios, seguro.

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